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martes, 27 de marzo de 2012

CASOS DE ÉXITO Y FRACASO DE COMERCIOS ELECTRÓNICOS EN MÉXICO.

CASOS DE ÉXITO Y FRACASO DE COMERCIOS ELECTRÓNICOS EN MÉXICO.
Aspectos Culturales.
La adopción de nuevas tecnologías no es fácil. Por una parte tenemos la natural resistencia al cambio por parte del ser humano. Por otra parte tenemos la inversión hecha en tecnologías previas, junto con todo lo que alrededor de ésta se haya desarrollado. La adopción de nuevos usos y costumbres es mucho más difícil: junto con la resistencia al cambio y consideraciones de índole económica debemos sumar elementos de naturaleza social.

No todos los países tienen una cultura que les facilite la adopción de un modus vivendi orientado a la realización de actividades a través de dispositivos automáticos, especialmente aquéllas de naturaleza comercial. Para muchas sociedades— y más tratándose de comercio —la interacción con otras personas, es algo natural y obligado.

Estados Unidos es un claro ejemplo de una cultura que ha crecido por más de un siglo con la facilidad de efectuar compras de forma asíncrona y remota. Siendo un país formado por exploradores y aventureros cuyo territorio se extiende por tres husos horarios, el poder comprar de manera remota era una necesidad no una modalidad. Todo inició con las compras por catálogos, usando al correo como medio de comunicación y entrega. La extensión del territorio y la amplitud en la distribución geográfica de la población hacía que el costo de traslado y distribución de la mercancía fuera demasiado elevado. Para llegar a las poblaciones más apartadas del fabricante o representante de ventas se emplearon catálogos. Estos permitían dar a conocer de una forma rápida y sencilla a la población la mercancía disponible. El correo era usado tanto para distribuir el catálogo como para enviar las órdenes de compra e, inclusive, para enviar la mercancía. El mejor ejemplo de esto nos lo da Sears, Roebuck Co., que fue pionero de esta modalidad de comercio.

Por su parte, México es un país con otras características. Los primeros pobladores europeos recrearon el ambiente hacinado de las ciudades de las que proveían, además de que se encontraron con indígenas con una alta organización social y cuya vida se desarrollaba alrededor de grandes urbes. Una importante influencia radica en los mercados establecidos por los habitantes originales y perpetuados por los conquistadores.

En México estamos acostumbrados a ocurrir al lugar de comercio, a palpar la mercancía, a regatear por ella. Nos sentimos seguros si podemos ver, tocar, oler, escuchar o gustar lo que vamos a comprar y disfrutamos del proceso de compra. Todos los países latinoamericanos comparten esta herencia. Hoy, las generaciones económicamente activas son aquellas que crecieron en una sociedad en la que las actividades comerciales se llevaban frente a frente, entre personas.

En la segunda mitad del siglo XX, varios intentos se hicieron en México por establecer mecanismos de venta por catálogos, empleando al correo como medio de comunicación central. Algunos tuvieron un éxito moderado, la gran mayoría fracasó. Para finales del siglo XX se hicieron intentos por incursionar con esquemas de mercadeo apoyados por los medios masivos de comunicación y telemercadeo (mercadotecnia por teléfono). A partir de la última década del siglo XX y durante los primeros años del siglo XXI, hemos visto que algunas de las empresas tradicionalmente asociadas con sistemas de venta por catálogo (Reader’s Digest, por ejemplo) comenzaban a establecer stands (en centros comerciales), pequeñas tiendas y centros de distribución con venta directa al menudeo a fin de acercar más los productos a los consumidores y agilizar el proceso de venta. Al final, los grandes almacenes departamentales, distribuidores y comercializadores ven el catálogo como un elemento publicitario y de presencia en el mercado más que como un mecanismo de venta. Puede observarse que la mayoría de estos catálogos no cuentan con una forma para hacer pedidos. Algunos incluyen números telefónicos donde se proporciona información adicional u orientación al consumidor pero no se toman pedidos. Son pocos los que proporcionan centros de atención telefónica (o una dirección en la web) para poder hacer una compra a distancia.

Aspectos Legales.                                  

¿Cuáles son las razones de fondo a esta renuencia a adoptar un mecanismo de compra que pinta mucho más cómoda a la de tener que desplazarse a donde se encuentra el vendedor? ¿Realmente nuestra herencia cultural nos obliga a palpar lo que se compra? ¿Tenemos que ver que tanto el vendedor como la mercancía existan y se encuentren en donde se supone deben estar? Podemos decir que así es, pero esto no es motivado por la seguridad que dicha existencia cubra la primera parte del proceso transaccional (la selección de un producto y su pedimento) sino que se encuentra mucho más motivada por algo que garantice el resto del proceso transaccional (pago y entrega). Aquí es cuando sale a la luz un concepto muy importante: Seguridad.

En México, lo mismo que en cualquier otra parte del mundo, la actividad comercial se sustenta en un principio de buena fe. Asumimos que el comerciante es honesto y nos está ofreciendo un producto o servicio buscando con su venta generar una ganancia; y el vendedor asume que el comprador pagará por lo que reciba. Participando ambos en un proceso que busca satisfacer necesidades y generar beneficios. En este proceso se celebran contratos, se elaboran facturas y se expiden notas primordialmente como una forma de llevar un registro contable, administrativo y fiscal de las operaciones del vendedor.

Incidentalmente y de manera secundaria todos estos documentos constituyen una garantía al consumidor de recibir servicio, asesoría o atención en caso de fallas, dudas o descontento con lo que se adquirió. Lo menos que debería pasar por la mente de ambas partes es que estos documentos serán usados como comprobantes de que la transacción se realizó, como una garantía de recibir lo comprado, como una protección ante clientes abusivos o como una prueba ante la resolución de controversias y problemas. Así debería ser.

En México sentimos una enorme desconfianza de una operación comercial. Tanto porque tenemos el temor de que se trate de una compra o venta fraudulenta como también por lo tortuoso que resulta recurrir al marco legal y aparato de justicia a su alrededor.

En la mayoría de los países latinoamericanos el iniciar un proceso legal es un proceso lento y fácil de corromper. La desconfianza no nace del temor de que una parte no cumpla con lo pactado sino del hecho de que en caso de un incumplimiento no se cuenten con los recursos legales necesarios para actuar o que estos lleven demasiado tiempo y cuesten más que lo perdido en una transacción fallida o en un mal servicio recibido. En el caso de nuestro país los documentos derivados del proceso transaccional son vistos como algo de lo que seguramente deberemos echar mano (recordemos lo arraigado que está en nuestra cultura el concepto de “papelito habla”). Por supuesto que esto tiene un origen económico y cultural. Las diversas malas situaciones económicas por las que ha atravesado nuestro país ha provocado que muchos proveedores o compradores (en muchos casos involuntariamente) lleguen a ser incapaces de cumplir lo pactado, e igualmente ha orillado a mucha gente a delinquir usando medios fraudulentos de compra o estableciendo operaciones fraudulentas de venta. Decimos que existe un trasfondo cultural también porque, al menos en el caso de México, existe un marcado arraigo (de alguna forma) por considerar los caminos fáciles (legales o ilegales) para el éxito.

En México, vivimos con una cultura amañada a la que somos expuestos desde niños y que converge en nuestra vida adulta. Pensamos que el vendedor busca hacer tonto al cliente, sacar mayor provecho pagando menos, defraudar al fisco, etcétera. El comerciante por su parte, piensa que el cliente quiere sacar el mayor provecho de la operación y, de poder, quizás hasta no pagar. La alta incidencia en este tipo de conductas, la celebración de quien se “sale con la suya”, y la impotencia para evitarlo provoca que siempre exista desconfianza y el temor de que “nos vean la cara”. Al final, todas estas situaciones y actitudes las justificamos y resumimos con la ya conocida frase de “el que no transa no avanza”. Si estas actitudes permanecen arraigadas en nuestra sociedad se debe a que se ha favorecido su cultivo o permanencia.

Aspectos comerciales y económicos.

Por último hablaremos de los factores de índole económica y comercial.

Contrariamente a lo que pudiera pensarse, esto no se reduce a dinero y formas de pago.

Esto es, no podemos decir que el comercio electrónico no ha florecido porque la situación económica de un país provoca que sus habitantes no sean sujetos de créditos o carezcan de los medios y elementos para realizar compras en línea. Estados Unidos es un claro ejemplo. Se trata de un país altamente tecnificado, en el que sus habitantes pueden hacerse fácilmente de la tecnología necesaria para incursionar en el mundo de las compras en línea.

También se trata de una cultura que se ha desarrollado entorno al crédito y al desarrollo del historial crediticio. Sin embargo, el comercio electrónico no ha prosperado como se estimaba. Las formas de pago, la capacidad de compra y el equipamiento son sólo algunos factores. Existen otros más.

Primeramente consideremos la distribución de la mercancía. La velocidad como podemos efectuar una compra usando la Internet contrasta completamente con la lentitud en recibir por lo que se paga. A nivel local, regional o nacional el consumidor debe enfrentar:

Un retraso en la entrega por limitantes físicas (fuerza de trabajo, capacidad de distribución) y logísticas.

Un costo adicional por servicios de flete o mensajería.

Además de lo anterior, y en cantidades mayores, a nivel internacional debemos sumar:

Costos impositivos por conceptos de aduana y regulaciones de importación.

No es de extrañar que el consumidor se desanime. La publicidad de nuestros días es muy efectiva. Puede hacernos desear tener algo en el momento en que lo vemos anunciado (un antojo en muchos casos) pero los tres puntos anteriores desaniman a cualquiera y nos hacen reconsiderar en su lugar acudir a un lugar donde podamos de inmediato poseer por lo que pagamos.

En segundo término hemos de hablar de la seguridad. Este es un tema que ha sido muy exagerado por los detractores del comercio electrónico. Quienes se oponen a éste argumentan la falta de seguridad y se limitan a decir que la Internet es sólo para publicar información, no para realizar compras. Así nos vemos obligados a adoptar las costosas medidas de seguridad por las que las empresas pagan para vender la idea de que la transmisión de datos por la Internet es insegura por naturaleza. Ciertamente, por naturaleza histórica, la comunicación de datos en la Internet no está pensada para ser protegida de “miradas ajenas”. La Internet nace de una infraestructura cuyo acceso físico estaba controlado; nadie imaginó que en 30 años todos tendrían acceso a esta tecnología. Es cierto que la comunicación en la Internet es insegura, pero no lo es el que cualquiera pueda robar información directamente del canal de comunicaciones.

Recordemos que la Internet parte de un modelo distribuido en el que la información se prepara para que por sí misma llegue a su destino sin necesidad de un control centralizado que vigile por ello. Para esto la información es segmentada en paquetes (datagramas) cuya secuencia debe ser reconstruida en el destino. Nada garantiza que todos los paquetes fluyan por el mismo camino, todo depende de las situaciones de tráfico en la red. Considerando el enorme volumen de datos que llega a fluir por estos medios, es muy aventurado suponer una persona promedio (suponiendo que pudiera tener el acceso adecuado) pudiera reconstruir una transacción a partir de los datagramas y así robar información que pudiera usar en su beneficio. Cuando ocurren fraudes por el robo de información de número de cuentas generalmente se trata de personal que tiene acceso a la información de las transacciones o de los clientes. En menor grado se debe al robo de información por accesos no autorizados desde fuera de la organización. Recordemos que las transacciones comerciales parten de un principio de buena fe. Si un cliente no reconoce una compra remota, el banco o la casa comercial no tiene por qué dudar que así no lo sea.

Existe una molestia en el cliente por el hecho y la necesidad de iniciar los trámites de aclaración, lo mismo que por tener que desembolsar dinero (de requerirse) para cubrir la compra, pero al final el falló (salvo se compruebe lo contrario) será a favor del cliente y el dinero se le restituirá.

Finalmente, el modelo comercial (donde se realizan trámites y se expiden facturas) choca con la concepción de un modelo mucho más ágil en la que sólo se requieren datos que certifican la identidad de alguien y donde se generan autorizaciones cuyo único vestigio es un correo o una página web.

Caso: Registro UNAH

Antes de efectuarse las matrículas por Internet el proceso de matrícula en la UNAH era un constante problema que asolaba a la gran mayoría del estudiantado ya que se realizaban interminables filas de alumnos buscando matricular sus asignaturas y existía corrupción en algunos casos de las personas que matriculaban, dicho sistema ponía en riesgo la integridad física de los estudiantes ya que muchos de ellos se arriesgaban y para obtener un cupo se quedaban a dormir en las instalaciones del Alma Mater exponiendo su integridad física y mental, muchas personas pensaban que la solución ideal sería una matrícula realizada por Internet porque ofrecería seguridad para los estudiantes y a la vez mayor accesibilidad desde cualquier parte del país.

La historia cambio desde enero del 2005 durante las matriculas del I período académico se implemento un sistema de matricula vía Internet en donde al estudiante se le da una clave de acceso personal y privada para que él pueda ingresar al sistema y reservar los cupos de las asignaturas que desee cursar en el período, luego el alumno procede a pagar en el banco el pago de la matrícula y vuelve a ingresar al sistema para ver los edificios y las aulas donde le corresponden sus asignaturas, este sistema el cual ha estado en constante evolución no ha variado mucho desde entonces pero si ha corregido muchas de sus debilidades.

Caso: Amazon

Este es el caso ejemplo (en cuanto a éxito) de comercio electrónico: la empresa www.amazon.com de origen estadounidense que vende principalmente libros pero también videos, artículos electrónicos, software, etc., cuya visión es netamente pensada para comerciar en Internet y tiene características para tal propósito como por ejemplo que no mantiene un inventario físico porque no tiene una tienda física todos los productos que vende los vende por Internet, toda la distribución la coordinan directamente con las editoriales y además mediante la recolección de datos del cliente se puede generar conocimiento sobre sus preferencias y de esta forma realizar un marketing.

Caso de Éxito: El despegue de las agencias

Aplicar tarifas de liquidación como si se tratase de un producto de consumo tradicional. Esa fue una de las ideas de Despegar.com cuando lanzó su iniciativa “Hoteles Outlet de Despegar.com” en la que convenció a un grupo de hoteles de las zonas más turísticas de Argentina para que bajaran en 50% sus tarifas y anticipar ventas de la temporada enero-febrero 2010 con ventas a través del portal. No es una idea aislada. Desde hace un par de años la agencia de viajes online fundada en la década de los 90 busca incrementar la participación de hoteles y paquetes turísticos en la composición de sus ventas. “La idea es que dentro de unos años esto responda por el 50% de nuestras ventas”, dice el argentino Cristian Vilate, co-fundador y Vicepresidente de Hoteles Despegar.com para Latinoamérica. Y es que los pasajes de avión, si bien responden hoy por casi el 80% de sus transacciones en el sector turismo, ya no ofrecen la rentabilidad de hace unos años a medida que las aerolíneas buscan usar internet para fortalecer los modelos de ventas directas y han tendido a bajar las comisiones que pagan a las agencias. Este cambio de condiciones ha generado mucha presión en la industria. “El de agencias es un negocio que sigue pagando sólo si eres grande”, dice Vilate. “Y ahí contamos con ventajas, pues actualmente estamos entre las tres agencias de viajes más grandes de la región y pronto seremos la primera”. La compañía de hecho está con altísimas tasas de crecimiento en torno al 90% anual, lo que le permitió cerrar 2009 con un volumen de transacciones cercano a los US$ 500 millones (la base sobre la cual comisionan), y esperan cerrar 2010 intermediando US$ 900 millones. En ese país sólo son superados por SubmarinoViagens.com, la filial turística del gigante brasileño B2W. México es su segundo mercado, con el 20% de las ventas y luego Argentina, con el 15%.

Caso de fracaso:

Lecciones de los fracasos de empresas .com y brick&mortar

-Jorge Blanco – Cargill de México

-Los buenos modelos de negocio se requieren aun para la “nueva economía”.

-Una buena idea o la tecnología no es suficiente para tener éxito en Internet.

-La trastienda “back office” se debe alinear con el aparador “front office”.

-Se debe integrar al modelo de negocio a la cadena de suministro.

Rubén Huerta - Cinemex

Los tecnólogos deben preocuparse por conocer la naturaleza humana. Seguimos desconfiando de las cosas nuevas, nos gusta estrenar rápido lo que compramos y que alguien nos atienda y de servicio.

Se debe tener cuidado con las tecnologías de IT, no confundir con tendencias.

Luis Rodríguez – Accival

Un negocio no puede ser 100% virtual, se debe mezclar con el mundo real. Logística, cobros, etc.

Hugo Nájera – Bancomer.com

No solo de Internet vive el hombre  

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